D
quiere casarse con E.
Pero D nunca encuentra el momento ni las palabras adecuadas para
proponerlo. Aunque cada tarde D y E bajan cogidos de la mano a la
playa, y D se siente morir cuando ve a E tan ladeada sobre su toalla,
tan envuelta por los últimos rayos de sol, convertida en el más
hermoso de los lienzos. Pero entonces la lengua de D siempre se
traba, volviendo sus palabras inciertas. O tal vez son ciertas.
Aunque sólo durante un instante, antes de pronunciarlas. Y un día
llueve pese a ser verano y D y E no quedan. Realmente lo decide E. De
modo que D también tiene que tomar su decisión: bajar al centro en
autobús o bicicleta. Acaba yendo a pie. D busca una novela que su
buen amigo S
le ha recomendado encarecidamente.
No sabe que A
trabaja en la pequeña librería de segunda mano y libros de ocasión
ubicada en calle M.
A es bella como un recuerdo, piensa D. A habla muy dulce. También
muy bajito. A parece no querer causar jamás molestia. Ni tan
siquiera al aire que la envuelve. Por supuesto, A no molesta a D sino
que le supone una gran ayuda. D encuentra la novela y un primer
atisbo de amor. Y no puede decirse que el mal tiempo veraniego dure.
Como tampoco puede afirmarse, sin faltar a la verdad, que D ya no
quiera casarse con E. Aunque en D ha despertado el anhelo de
desposarse con A. S opina que su amigo ha enloquecido. Y D actúa
cómo únicamente actuaría un loco. O un genio. Porque D sale con E
y A a la vez. Por tanto, D empieza a alternar las tardes en la playa
con los cafés literarios, las noches de terraza con los estrenos
teatrales. Es cuestión de tiempo que D, E y A terminen coincidiendo.
Ya ha acabado el verano cuando sucede. D sale de una tienda con A
cogida de la mano. Cuando allí que aparece E como llovida del cielo.
Además, E camina asida del brazo de O,
un despeinado periodista con fama de pagado de sí mismo, auténtico
adicto a perorar sin pausa acerca de las grandezas de su blog. D
escapa con tino del descorazonador encontronazo. Claro que D no
concibe, ni tan siquiera imagina, lo imposible. ¿Quién podría
adivinar algo así? Y es que E y A se han gustado. Y una y otra
deciden un día verse a solas esa misma noche. Y la siguiente
repiten. Y de pronto se dicen te quiero. Y al final se casan. Porque
ellas sí encontraron el momento y las palabras adecuadas. D es
testigo en la boda. Igual que R,
que tiene unos ojos enormes. Capaces de constelar un corazón
propenso a sofocos. R ha oído que D es un cabrón. Pero en la firma,
visto así de frente, al otro lado de las contrayentes, R lo juzga
simpático. Incluso interesante. Y durante la posterior celebración,
en un bar cercano a la playa, D saca a bailar a R para que todo pueda
empezar de nuevo.
-----------------------
*Una las letras para resolver la sopa.
-----------------------
*Una las letras para resolver la sopa.