viernes, 17 de noviembre de 2023

101

Algo en mí que no anda bien me hizo hace unas noches revisar (contar y recontar una, dos, tres, cuatro… ¡hasta en veinte ocasiones!) si el detergente para la lavadora trae dentro de su caja el número de pastillas que el fabricante promete: 101. Y, por desgracia, no es así. Solo hay 100. Un hecho que, repasando todos los años que llevo comprando el mismo producto, invita a elucubrar: si en cada paquete, ha quedado probado, puede desaparecer al menos una cápsula (quién sabe si no más)… ¿cuántos horriblemente denominados ‘pods’ se han malogrado?

No será, reflexiono inquieto, a causa de la creciente montaña de cápsulas fantasma o inexistentes que mis prendas, sábanas y toallas no salen de la lavadora tan limpias y lustrosas como debieran. A diario observo que el blanco de la colcha nunca refulge una vez la tiendo al sol, y los vaqueros y las camisas/camisetas languidecen, para olvidar su color en pocas semanas o, con una pizca de suerte, meses.

Puede ser, lo barrunto desde el otro día, que las pastillas que seguro echo a faltar (diez, cien, mil, ¿infinitas?) se hallen detrás de la no subida de sueldo que año tras año sufro en mi trabajo. Acaso los ‘pods’ no podrían también tener la culpa de que yo carezca de la capacidad financiera para comprar una casucha que únicamente, y por los pelos, mal alquilo. Y ahora, esto ya estremece, incluso temo que tantas cápsulas de lavado despistadas aguaran la madrugada en que deseé escucharte cómo decías sí, pero tú respondiste no.

Aunque de poco sirve dar vueltas al pasado, porque el futuro todavía no ha sido escrito. Hoy he venido al supermercado temprano y llevo horas desordenando estantes, en busca de un paquete de detergente con las 101 pastillas que garantiza el fabricante. Vuelco rápidamente el contenido de cada envase y voy alineando despacito, uno a uno, los innumerables ‘pods’.

Y aquí sigo: cuenta que te cuento. Pero nada. De momento no he localizado la caja adecuada. Encima el reloj corre en contra. Pese a que los dependientes de Carrefour han desistido de convencerme para que abandone mi tarea, he oído hablar, a quien aventuro es el gerente, sobre una llamada a la policía... Tampoco he prestado mucha atención. Yo resisto en medio del pasillo, construyendo este mandala de cápsulas. Al acecho de esa pastilla número 101 que la vida prometía.