sábado, 28 de octubre de 2023

La Sexta noche

Y el crepúsculo (televisado) de los dioses


Fiebre, no más de un parpadeo y en televisión ya hablan de mí. Pero yo no soy nadie; otro miope blancucho de treintilargos, con un empleo gris y negro futuro. Quizá por ello, 'explicadores' (extertulianos) de izquierda y derechas hoy al fin coinciden, y friegan con mis vergüenzas el piso del plató: 

"¿Habéis visto su nómina?" 
"¿Habéis oído qué ideas se le ocurren?" 
"¡¿Realmente os habéis fijado en ese careto que tiene?!" 

Luego vendrán con que cada vez se ve menos la tele... Y descubro que todavía falta la mención a mi "siempre convulsa" (así es descrita) faceta sentimental. Para "diseccionar amores y desamores", ahora ceden la palabra al independentista de cuota, que arguye: "Hora de picar el crostó... su problema principal, que no único, emana del aferrament... a más a más sufre sensibilitat desmedida... como ser cornut i pagar el beure... quién pot aguantar a tremendo tros de quòniam... ¡y españolista! vés a pastar fang...". 

El presentador y/o moderador, José Yélamo apunta un breve rótulo, pide respeto y asegura que no permitirá descalificaciones personales; se escuchan risas fuera de plano. Una de ellas, la tuya, de repente a mi lado en el sofá, igual que el fantasma de la navidad pasada. Y, además, mirándome con algo peor que la pena. De modo que corro a cambiar de canal. A un botón de distancia, echan la última secuencia de El crepúsculo de los dioses: "No puedo continuar la escena, soy muy feliz", nos reconoce Gloria Swanson. Tu recuerdo sonríe, al tiempo que me dejo caer encima, como un gato entrañable y fatal. "Porque mi vida es esto, solo esto, nada más...". Fiebre, parpadeos catódicos y trocitos de papel que nadie leerá.