domingo, 20 de agosto de 2023

I.A. (Inmisericorde Arrendadora)

Por una vez mi nueva casera casi era humana: la blusa y el sombrero a juego, ‘sonrisa profident’, unas manos hospitalarias. Sin embargo, a los pocos días se estropeó el grifo de la ducha y ella huyó del problema aludiendo a la inestabilidad en Oriente Próximo. Arguyó excusas similares para no hacer frente a la repentina rotura del calentador de agua ("las calles de Francia arden") y a las humedades en el techo ("está a punto de implosionar la central de Zaporiyia"). Ya no albergo dudas: solo una mañana me he retrasado en el alquiler este mes y mi no tan nueva casera, más algoritmo que persona, acaba de derribar la puerta. Con ojos rojo caldera, echa humo por las orejas. Dos tenazas hidráulicas ahogan mi cuello. El eco metálico tras sus palabras: “Okupa, desokupa y di adiós a tu fianza”.