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En casa de Bepo (y
II). Material grabado.
Verano de 2013.
No, déjelo. No necesito que me diga nada más. El sagaz
Bepo ya tiene información suficiente para rellenar los huecos de su historia.
Con los ojos cerrados puedo vislumbrar sus próximos pasos y también percibo sus
errores, tanto los pasados como los futuros... La historia al completo resulta
un desbarajuste. La canción perdida de un artista, el mejor, tristemente muerto
y un imbécil. Así podría resumirse toda la cuestión. Esos son los parámetros de
la ecuación. Porque Águila no es más que un zote, un botarate, un incompetente,
un atolondrado insecto, un arlequín asilvestrado, un gigantesco mamón con
tendencia a la pedantería, una mierda con ínfulas de perfume… Y podría seguir.
Pero por muchos calificativos que le dedicase al gafotas de Juan no cambiaría
el hecho de que se quedó con usted.
¿Ve ahora el motivo de mi risa? ¿Entiende ahora que no me
impusiesen ningún respeto usted y su pistola de juguete? Ya se lo decía antes.
No soy como el mequetrefe de Garrido…
Lo único que me perturba es la horripilante casualidad,
los inocultables paralelismos que rigen la trama. Por lo demás, todo ha quedado
claro y no quiero seguir hablando más de un asunto tan pendenciero. No voy a
repasar con usted los puntos en los que se equivocó durante su estancia en
Sevilla, los fallos que ahora le obligan a rastrear el pasado de Águila, a
entrevistarse con aquellos que le trataron e incluso alumbraron su búsqueda…
No, es algo que a mí no compete. Y no le ayudaré, tampoco le aconsejaré. Nada
le diré respecto a qué haría yo a estas alturas de la película. Nárreselo a sus
jefes, a los que oigan las cintas o lean las transcripciones. A mí me da igual.
Sin embargo, me parece increíble que, según me ha
contado, confiasen en usted. Que le encargasen el trabajo, vaya. Por lo que a
mí respecta, da la sensación de que fuese usted un mero aprendiz, un abotagado
novato. ¿Que se dedica a esto? ¿Que es el mejor? Permita que me ría de nuevo.
No, no puede ser cierto. Las discográficas siempre han recurrido a expertos y
un experto no habría firmado el fiasco de Sevilla. Todo habría quedado en nada,
las aguas hubiesen vuelto a su cauce. Sin embargo, aquí está. Usted la cagó,
amigo mío…
¿Y qué? ¿Tiene suerte con las grabaciones? ¿Esa grabadora
suya ha registrado ya algo que le conduzca hacia su meta? ¿O se pasa el día
rebobinando, echando la vista atrás y pensando qué tonto fui?
¡Rebobina! ¡Rebobina, capullo! Me apostaría una mano a
que se le escapa el tiempo repitiéndose lo mismo.
Claro, Juan Águila a mí me robó, pero a usted… Es que me
río otra vez. Qué maldito gafotas… Entiendo su constancia en la persecución,
por encima del deber estrictamente profesional. Qué sería de nosotros sin el
prestigio. De eso yo sé algo al respecto. Me he labrado una carrera intachable
en mi campo.
Casualidades, casualidades… Todo esto no puede ser
casual. Usted no tendrá ni idea de historia americana, ¿verdad? Bah, ni me
responda. Ya sé que no. Le contaré algo. Existe una poderosa rumorología que
habla de los paralelismos entre Lincoln y Kennedy, dos de los presidentes más
carismáticos de Estados Unidos. Al principio, uno se muestra escéptico ante
estas cábalas numéricas, pero resulta imposible no reconocer el carácter,
cuanto menos inquietante, de los parecidos. Le cito algunos de memoria. En
total hay más de 15. He investigado mucho acerca del tema.
Escuche, ambos, Lincoln y Kennedy, fueron elegidos presidentes
en un año con cifra acabada en 60. Además, los dos fueron escogidos para la
Cámara de Representantes en un año terminado en 46. También resultaron
finalistas para la nominación del partido de cara a la vicepresidencia en una
cifra idéntica: un año 56. Pero las similitudes no son sólo cronológicas,
aunque aquí va otra: El asesino de cada uno de ellos nació en un año acabado en
39. Y Lincoln y Kennedy eran los segundos hijos de sus padres. A los dos les
sucedió en el cargo un sureño demócrata apellidado Johnson que había nacido en
un año terminado en 08. ¡Demasiadas coincidencias!
Y no se queda aquí la cosa. A ambos presidentes les
dispararon en la cabeza un viernes y en presencia de sus esposas. A Lincoln le abatieron
en el teatro Ford. A Kennedy, en cambio, le dispararon cuando se
encontraba montado en un coche Lincoln, sí, un modelo de limusina fabricado
por la compañía Ford. ¡Acojonante! Y los dos asesinos, Oswald y Booth,
fueron asesinados antes de ir a juicio.
¿Qué más? Aunque creo que ya tiene bastante… Los
apellidos Lincoln y Kennedy poseen el mismo número de letras. Siete. Un total
de 15 son las que componen los nombres de John Wilkes Booth y Lee
Harvey Oswald… Por un lado, como le comentaba antes, Booth disparó a Lincoln en
un teatro y, ahora añado, se escondió en un almacén, mientras que por el otro
Oswald disparó a Kennedy desde un almacén y luego se escondió en un teatro. Y…
Mi favorita, porque supone el colmo de la casualidad y la paranoia: El
asesinato de John F. Kennedy fue filmado por un hombre llamado Abraham, como
Lincoln, y el teatro donde éste último murió pertenecía a un hombre llamado
John. ¡Escalofriante!
¿Qué pretendo? Qué pretendo, se pregunta sin parar su inepta
sesera… Piense en todo lo anterior y reflexione sobre su patetismo. ¿Todo
ocurrió fruto del azar o se trataba de un intrincado plan? Tal vez Juan Águila tenía
estudiado a la perfección cada paso que daba. Quizá jugó con usted todo lo que
quiso. O no. Podía llevarlo preparado o a lo mejor fue improvisando. Quién
sabe… El resultado es el que es.
Me descojono a su costa… Ah, ¿eso le ofende? ¿Saca de
nuevo el arma? Adelante, ¡adelante! ¡Dispáreme! Tenga cojones y hágalo, acabe
con Bepo; bórreme de la faz de la Tierra, lléveme con el bardo peninsular,
lléveme con mi idolatrado Elston Gunn. Dispare, joder, y su mancha quedará
borrada. Descargue su sonrojo sobre el hombre más totémico que ha conocido.
Es usted un cobarde, un pusilánime. Le desprecio.
No pudo con Águila, mucho menos podrá conmigo. No tiene
redaños.
Sevilla le perseguirá siempre, eche la vista atrás,
escoria; eche la vista atrás y cuéntele a su patética grabadora qué sucedió
hace no tanto tiempo en aquella ciudad. Cuénteselo, seguro que a una miríada de
personas le interesa… Pero antes, ¡Dispáreme! ¡Libéreme de los achaques, de la
trama, del odio a Águila y también de su desasosegante compañía! ¡Apriete el
gatillo! ¡Dispare! ¡Dis...!
->En dos semanas, (el jueves 1 de mayo) saldrá publicada una recopilación con los últimos seis capítulos de 'Rebobina' (entregas 7-12) y un 'bonus track' o relato extra protagonizado por Juan Águila, ¡disponible sólo en la revista Mayhem!
Acerca de 'Rebobina':
Disfrutables letras inventadas que construyen variopintas
palabras que mágicamente componen intrincados textos que albergan las historias,
todas ellas falsas y fabuladas y, a su vez, divisibles de nuevo en incontables
letras. ‘Rebobina’ es el comienzo de una de esas historias. Pero necesita un
final, te necesita. De modo que te invito; venga, acomódate. Siéntate en esa
silla o butaca (o sofá) sobre la que te gusta reposar mientras lees y
adentrémonos juntos en estas líneas que, entrega tras entrega, irán urdiendo
una misteriosa trama compuesta, al fin y al cabo, de letras; letras siempre
extraídas de la esfera de lo fabulado e imaginado, lugar donde no se vive sino
que tan sólo se disfruta.