Motas de cloro limpian el agua. Sobre azul finges dormir.
Anoche adiviné finales, aunque ya no te apetezca saberlos. Hace tiempo que
dejaste de creer en el ayer. Flotas sin fe a la deriva mientras tu pelo se derrama
como una medusa inmune al cloro. Ni tan siquiera este sol de justicia llega a
herirte. Confiesas que a menudo sueñas que sueñas y que esos sueños son partículas
de cloro que se diluyen en invisible transparencia. Pero no atiendes a esos
grumos de tiempo que se adhieren a tus yemas cada vez que acumulas los segundos
y las horas extinguidos en otros lugares. Dentro de la piscina tus hipnóticos movimientos
se deshojan como un lento baile y la tela rosa acaricia tu suave piel, y yo
percibo el intenso olor a cloro. Ahora me miras mirarte. No veo nada más que cloro
en el blanco enrojecido de tus grandes ojos. Descubro cloro entre la nata que
son tus dientes. Si te diese un último mordisco, pienso de repente, mi boca se
llenaría de cloro y, al igual que el agua, yo también me limpiaría. Pero nunca te
alcanzo y tú no dejas de flotar sobre azul, mientras finges dormir y tu pelo se
tiñe de blanco a causa del cloro.