Sucede
a media mañana, cuando deambulo por casa. También en mitad de la
noche, justo antes de volver a dormir o al menos intentarlo. En
realidad me ocurre a todas horas, en cualquier momento. Paso delante
de tu puerta y se me escapa: Hola. No estás pero a diario continúo
entrando en tu habitación para gastarte una broma, contarte algo,
preguntártelo. ¿Y Pilar, ha salido? Le decía ayer a María. Es
bonito que se me olvide. No me acostumbro. Pese a lo lejos te sigo
pensando cerca.