Murciélagos se descuelgan de los aleros bajo los que
contrajimos matrimonio. Cruje la putrefacta madera de los bancos. Aquella
mañana llegaste con flores en el pelo. Brillaba el sol y ojos
de todos los colores se giraron a verte pasar. Nos cogimos de la mano. Dijiste
que sí aunque ahora ya no importe. El tiempo ha ido borrando quienes éramos.
Tus ideas, tus palabras y hasta tu voz me son desconocidas. Cuando nos veo
atrapados en las sombras, fantasmas todavía vivos, no niego mi culpabilidad aunque,
como canta Tom Waits, sólo eres inocente cuando duermes.