Le va la vida en ello. Necesita estar
perfecto, acertadísimo. Hoy es el día, su día. No puede fallar. Las
oportunidades escasean últimamente y también empieza a ir un poco justo de
dinero. Por nada del mundo quiere regresar a Inglaterra. Hace ya tiempo desde
su…
Se apagan las luces, todas menos una, todas
menos el foco blanco que le ilumina, y queda sólo frente a esa multitud de
personas que trabaja entre la negrura y a las que no puede ver, aunque ellas a
él sí. Oye la voz que le insta a comenzar la prueba. Se mesa el cabello y toma
aire. Se dispone a hablar y, de hecho, abre la boca pero no sale sonido alguno
del fondo de su garganta. Blanco. Todo lo que experimenta es blanco, el blanco
del haz lumínico sobre él derramado y el blanco en su memoria. Ha olvidado el
guion por completo. Los excesos de la pasada noche, combinados con el intento
de aprenderse sus líneas una hora antes de presentarse en el estudio, le pasan
factura. Oye un ruido lleno de abstracción sónica, percibe a su vez el estático
crepitar nervioso que emana el equipo examinador. Ante sus velados ojos, la
memoria proyecta aquellos cuadros que su madre solía pintar y las crónicas de
su padre para el periódico, y también vislumbra algunos fogonazos
pertenecientes a distintos momentos de la grabación de la cinta The Hit.
Recuerda ahora de forma fortuita la fiesta
que se dio con su colega Gary Oldman el mes anterior. La cosa se desmadró y al amanecer,
sin saber por qué, terminaron acompañando hasta la estación de trenes a un par
de tipos de escasísima reputación; sabía perfectamente que llevaban droga en
una pequeña maleta que cargaban. Ahí el destino le jugó una de las peores
pasadas de su vida cuando se toparon en los servicios con cuatro policías y
éstos, que andaban hablando de lo que fuese, no podía acordarse, se quedaron
mirándoles con expresiones suspicaces…
La película va de mafiosos o algo por el
estilo, se le ocurre de repente a Tim Roth. Toma entonces su anécdota y la
cuenta en mitad de la prueba de casting. La engalana levísimamente e incluye un
perro policía en su relato para aportarle más dramatismo. Cuando termina de
contar la historia escucha aplausos. Uno de los hombres que bate palmas es un
jovencísimo Quentin Tarantino. Four Rooms
y Pulp Fiction todavía quedan
lejos de su mente. En este momento sólo piensa que tiene que introducir como
sea esa historia en el guion de Reservoir
Dogs y que acaba de encontrar al actor perfecto para completar su reparto e
interpretar al señor Naranja.