Ilusionados, mis hermanos y yo colocábamos las figuras del
belén. El tío Juan, pegado al televisor, los ojos nebulosos y enormes, esperaba
con su décimo temblequeando entre los dedos. La abuela Marina preparaba el
cenachero, que jamás faltaba en nuestro nacimiento, cuando el tío Juan dio un
brinco y sus gritos de júbilo nos alarmaron a todos. Saltamos y nos abrazamos
presos de una inmensa alegría mientras los niños de San Ildefonso cantaban un
número que no era el nuestro. En casa nunca cayó el Gordo, pero siempre celebramos
tenernos los unos a los otros cada Navidad.
Pd: Este pequeño cuento ha sido galardonado con el primer premio del concurso de micro-relatos 'Navidad Joven 2013', certamen organizado por el Área de Juventud del Ayuntamiento de Málaga, con la colaboración de la emisora de radio Onda Cero.
¡Felices Fiestas!