Me gustaría hacerte ver lo genial que es la película de ‘El
llanero solitario’ (‘The Lone Ranger’), lo trepidante y divertida que resulta,
pero soy consciente de la dificultad de mi propósito. Como un irreductible galo, me enfrento sin refuerzos a toda una miríada
de detractores de esta cinta, a la que atacan insidiosamente con frases del
estilo “ha sido un fracaso en taquilla” (“para
empezar la taquilla ha retornado la inversión y, después, coge la cámara y
graba tú una mejor”, grito a veces cuando me enzarzo en discusiones
cinéfilas, arrebatado por una ira justiciera). De modo que, como tengo
complicado (casi imposible) convencerte de las maravillas que, desde mi punto
de vista, adornan al metraje protagonizado por el camaleónico Johnny Depp (‘Ed Wood’ o ‘La novena puerta’) y el
sobrio y correcto Armie Hammer (‘J.
Edgar’ o ‘La red social’), ni siquiera lo voy a intentar.
En cambio, sí pretendo con mis palabras inocularte el
veneno de la curiosidad (qué menos) y que, cuando acabes de leer estas líneas,
te sientas impelido a darle una oportunidad a este solvente western moderno. Sólo te pido eso: ¡ve ‘El llanero solitario’ y, luego, júzgala! Parece
broma, ojalá lo fuese, pero muchos han invertido la lógica tan básica de “prueba
algo antes de criticarlo” y se han dedicado a vociferar lo horrible, insufrible
y malísima que es la película de Gore
Verbinski (‘Rango’, ‘El hombre del tiempo’ o la saga de ‘Piratas del
Caribe’) sin haberla visto.
Por mi parte, voy a contarte lo que nadie te ha contado
de ‘El llanero solitario’ (no me digas que no he conseguido intrigarte aunque
sólo sea de manera ínfima). Para empezar te diré que el guión es sólido y que
la trama se sostiene a las mil maravillas, mucho mejor de lo que cabría esperar.
Una historia bien contada que se acerca a las dos horas y media de duración aunque
no se hace pesada en ningún momento. Sin destripar nada sustancial del
argumento (gastaré cuidado con los spoilers),
te anticipo que la escena inicial en el
tren te deja pegado a la butaca y que la extraña pareja que conforman la
figura del llanero (nos encontramos aquí ante un eficiente Armie Hammer en el
papel de héroe enmascarado a la antigua usanza, trasunto de su originario
radiofónico) y el indio Tonto
(renombrado como Toro en la versión del
film doblada al español e interpretado por un polifacético Johnny Depp que, de haber nacido mucho antes, habría sido un fantástico actor de cine mudo; la expresividad de su
actuación en la película está especialmente acertada por mucho que su nominación a los premios Razzie parezca
sugerir lo contrario) encajan el uno con el otro sin fisuras, surgiendo entre
ambos una complicidad propia de las
mejores ‘buddy movies’.
El resto del reparto también destaca, sobre todo James Badge Dale (‘24’ o ‘Guerra
Mundial Z’) y William Fichtner
(‘Furia ciega’ o ‘Heat’), perfectos en sus roles secundarios. ‘El llanero
solitario’ cuenta con un buen equilibrio entre tensión, acción, drama y
pinceladas de humor (“algo malo pasa a ese caballo”, dice Toro de Silver, la montura del llanero
solitario y una continua fuente de gags).
El último tramo de la película rueda por vías de alta velocidad y el ritmo
llega a ser frenético, alcanzándose el clímax en la magnífica secuencia final (probablemente la mejor escena con trenes
que se haya grabado nunca; este alarde imaginativo, visual y técnico deja
al espectador con la mandíbula desencajada). Y es que Disney se ha gastado un abultado presupuesto en hacer una película
potente y robusta, lo que se traduce en una recreación histórica y una
caracterización de los personajes soberbias (prueba de ello es que una de las dos nominaciones a los Oscars que ha
recibido la película procede de la categoría de mejor maquillaje, la otra corresponde a mejores efectos visuales), a las que se unen unos inspirados
montaje y fotografía.
No sé si habré sido capaz de persuadirte lo suficiente, mas
insisto: te recomiendo encarecidamente que le brindes una oportunidad a esta
bella película cuyo mayor problema o tara reside en haber salido al mercado
años después del estreno la saga
‘Piratas del Caribe’ (sinceramente, ‘El llanero solitario’ supera ampliamente
en talento y capacidad de divertir a las tres últimas entregas en alta mar, y también raya a un nivel superior que la
primera y aclamada aparición del popular capitán Jack Sparrow en las salas
de cine) y haber sido promocionada como una obra realizada por el mismo equipo
técnico. Este clarísimo error de marketing ha provocado el hastío previo de los
posibles espectadores que, erróneamente, han supuesto que se trata del mismo
esquema argumental, únicamente cambiando el decorado.
Sin embargo, ‘El llanero solitario’ es mucho (muchísimo)
más. Vence ese predisposición negativa que el mundo te ha implantado en el
cráneo (ya sabes, eso de “ha sido un fracaso en taquilla”) y tal vez descubras
que te gusta esta aventura en el Lejano Oeste. No puedo resistirme a poner el
punto final a la crítica sin antes reproducir literalmente el tweet que el
mismísimo Quentin Tarantino
(‘Reservoir Dogs’, ‘Pulp Fiction’, ‘Malditos Bastardos’…) dedicó a la película de Depp y Hammer (a la
que, por cierto, también incluyó entre su lista de las 10 mejores de 2013): "¡Es increíble! Cuando la vi me quedé
pensando ¿Cómo? ¿Que esta es la película que todo el mundo dice es una mierda?
¿En serio?". Pues eso.
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Entonces,
¿voy a verla?
Una película sobre aventuras en el
Lejano Oeste, bien rodada, con grandes interpretaciones y mucha diversión servida
gracias a un guión construido concienzudamente… Definitivamente, ¡Sí! Corre a
verla, aunque sólo sea para discrepar conmigo y criticarla con fiereza, pero
antes has de verla.