"Echa
un último vistazo al sitio que dejas", Tom Waits se
lo cantaba la otra noche a
David Letterman.
El gran presentador norteamericano se retira y Waits, como tantos músicos y actores (Tom es ambas cosas), quiso sumarse al homenaje
interpretando en televisión un tema nuevo. Dicen que escrito
especialmente para el viejo Dave. Puedo imaginarlos después del
programa. A bordo de un Chevrolet Impala. Conduce Waits. Por eso
frenan en cada bar. Donde beben mientras recuerdan cuando eran
jóvenes. Cuando fueron los mejores.
Qué
sensación dejan siempre las despedidas. Aunque, lo cuenta Andrés Neuman, la nostalgia sea
inevitablemente para el que se queda. Para el que permanece mientras
ve al otro (a la otra) marcharse, hacerse pequeño o pequeña tras la
ventanilla del autobús, del tren. Incluso del avión. Que rueda,
primero lento y luego rapidísimo, por la pista hasta volverse aire.
El que se queda ha de proseguir con la vida, soportando sus días y
noches, llenando ese corpóreo vacío.
Anoche
me fui yo y no tú. Pero no puedo decir que lo quisiera. Ni siquiera
supe mirar atrás. Tan sólo bajé tus escaleras en silencio. Y lo
hice con pena. Con fatalidad anticipada. En la calle me esperaban Tom
y Dave. El Impala detenido en doble fila. Libres de tus caramelos de limón, de tus sobres de azúcar, de tus cajas de cerillas, mis
bolsillos parecían pesar demasiado. "Echa un último vistazo al
sitio que dejas", canturreó Waits antes de perdernos entre el
tráfico. Pero nunca hay dos despedidas iguales.
"Take one last look
At the place that you are leaving"