En
Punta Perla oí que te habías ido: “Ahora atraca en Bahía Diamante, búsquela al final del último pantalán”. Llegué una
tarde de verano. Las gafas de sol me hicieron verte tan morena, tan
guapa. Echabas fotos al cielo como si todavía quisieras ser feliz.
Recuerdo que abriste dos cervezas antes de abrazarme. Nos saludamos a
sorbos. Bebimos dos más. Y luego otro par. Mientras charlábamos. Un
mar de palabras entre nosotros. Cuando cayó la noche susurraste: “Me
marcho muy lejos, quizá para siempre, pero puedes venir conmigo”.
Supe que decías la verdad. Aún llevaba las gafas. Y te vi tan
morena. Tan guapa. Que me creí feliz como una fotografía del cielo.
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