Hay noches en que bebe hasta recordarla. Con las últimas
gotas de cada copa atrapa más y más su fantasma. Justo antes de quedar dormido y sumirse en sueños etílicos de los que sólo escapan palabras entrecortadas,
sus ojos miran atrás por última vez y entonces inevitablemente creo que ella va
a estar ahí, detrás de nosotros. Y de alguna forma así ha de ser, aunque yo no
pueda verla, porque él la siente tan real, tan viva, que siempre alza un brazo
y le pide que se nos una.