Ahora
vivo en un barrio nuevo. En una casa nueva, donde las puertas, de
color amarillo, las paredes, también amarillas, y hasta las ventanas
y su luz coloreada, casi amarilla, son nuevas. Incluso la calle, que
se derrama del otro lado del cristal, tan amarillo, parece nueva cuando desde esta ventana, muy pronto aún por la mañana, te veo pasar
calle abajo. Veloz, elástica, con tu sombrero amarillo nuevo.