jueves, 1 de agosto de 2019

Breve monólogo de un obseso por lo capilar

Veo que usted me observa con el rabillo de un ojo. No sea tímido. Míreme sin recato. Estoy más que acostumbrado y a su autobús le queda largo rato para llegar. Es a causa de mi pelo que me espía, ¿verdad? Le juro que de hecho no es el primero en quedar embelesado. Luce tan fuerte, luminoso y apetecible. Lo sé, claro que soy consciente. En breves palabras, a mi edad conservo un cabello espléndido. Y disculpe que pueda parecer inmodestia, pero tenga en cuenta que lo mío es el ámbito capilar. Vamos, que me dedico a ello. Profesionalmente, quiero decir. No obstante, hay mucho más. Si me admite una confidencia, la desaparición del cabello provoca en mí tal agitación interna que no sabría describírsela. Resumiéndolo demasiado, me eriza el vello descubrir un pelo que cae. Hablo de ese momento fatal en el que un minúsculo pelito, apenas esa nada, se desprende de la cabeza y aterriza sobre los hombros, y luego busca el suelo para siempre... Por siempre, ¿ha reflexionado acerca de este hecho? Hoy usted es más calvo que ayer pero menos que lo será mañana. Y en mayor o menor medida nadie escapa de nuestra involuntaria y genética carrera hacia la alopecia. Aunque, por favor concédame el cumplido, usted aún resiste. Ese mechón gris de ahí arriba todavía guarda cierta dignidad frondosa. Sin duda, las canas le ayudan. ¿Pero no desearía un poco más de espesor aquí y allá? Ya me sigue, ¡reverdecer la pradera! Porque sepa que mi clínica de implante capilar no conoce rival en toda la provincia. Injertamos felicidad a módico precio. Además, con casi un cien por cien de efectividad. Tome mi tarjeta de contacto. Llámeme o escriba al correo electrónico a cualquier hora. En la lucha contra la alopecia jamás descansamos. En estos momentos, sumamos cerca de quince mil pacientes absolutamente satisfechos. Y soñamos con no dejar un calvo vivo en cien kilómetros alrededor durante los próximos años. Si me permite, arrancaré ahora mismo un cabello de su nuca para disponer al instante de una muestra en nuestro laboratorio. No se apure, resulta indoloro. Aguarde solo un momento. Seguro que vendrá otro autobús enseguida.