sábado, 21 de enero de 2017

Imposibilidad de nosotros

Sucede siempre igual que nunca coincidimos. Ni de mañana, ni de tarde. Tampoco al caer la noche. Como el Sol y la Luna. O arriba y abajo. Incluso antes y después. Somos irreconciliables, trocitos, par de imposibles. Por eso, cuando entro por la puerta, tú saltas por una ventana. Y si te llamo, no coges el teléfono. Subes a ese metro del que salgo. Cambias la línea, de gafas y hasta tus ojos. Ahora ves otra serie. Lees a otro autor (al que odio). Tu color favorito, opuesto al mío. Vegetariana y jamás vegetariano. ¿Cerveza? Mejor vino. Y tras los postres distintos, el mal sabor en la lengua de tu “tú a mí no”. Porque, da igual que nunca coincidamos, tú a mí sí. Todavía siempre.