sábado, 4 de julio de 2015

Anoche


A veces se descubre tan harto de ayer que llora hasta mañana. Con cada ojo atrapado en la pequeña cuenca de una mano temblorosa. Son noches de lágrimas sabor cerveza. Primero bebe una. Luego otra. Y luego otra más. Así hasta que pierde la cuenta. Entonces se toma la última como brindis a quién era. A quién fue. Pero hace tiempo que no se reconoce. Aunque se busca en las páginas de un libro en blanco. En los versos de una canción sin letra. Para su sorpresa aún recuerda antiguos hoy. Sueños que el alcohol vuelve reales. Que intenta tocar con dedos suplicantes. Pero queman. Igual que un fuego fatuo. Y ya no cree en ellos. Tampoco en él. Ni en su fantasma.