lunes, 20 de abril de 2015

Flores amarillas


Me he quedado dormido esperando junto al teléfono. Por eso cuando suena, contesto enseguida. “Esto es un sueño”, anuncias. Y también dices: “Reúnete conmigo en pasaje Gordón, número 6. Una pequeña puerta de madera muy cerca del jardín vertical”. Cuelgo para poder vestirme. O, con las prisas, quizá lo pienso al revés. Entonces cojo la línea 33, más rápida que el autobús 34, pero todos los semáforos me saludan pintados de rojo. En el centro paro a comprar flores amarillas. Las coloco en una esquina del portal. Me siento en la otra a esperarte. El ramo pronto desespera y marchita. Igual que uno nunca elige con quién sueña. 

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