viernes, 14 de marzo de 2014

Tres microrrelatos


Tras los pasos del diablo
Sin pretenderlo he recuperado la costumbre de andar cada madrugada hasta casa. Pasos cadenciosos me guían por avenidas que no tienen fin. También he retomado el mal hábito de la botella. Bebes como Hemingway pero no escribes como él, me dijo Alba una vez. Negros días desde que recordé la forma en la que me había olvidado de ella.

Ojos de mañana
No recordaba nada de la última noche, tampoco haberla invitado. Pero Luisa, la mujer de Joaquín, estaba a mi lado cuando desperté. Contemplé sus ojos, su cuerpo rígido y el rojo de la sangre que había huido de su pecho. No recordaba siquiera haberla acariciado.

Perros de lluvia
La voz de mi difunta esposa surgió del interfono. Pulsé el botón cuadrado y oí el portal abrirse varios pisos por debajo. Salí al descansillo y, acodado en la baranda, iluminado por la luminiscencia que filtraba la claraboya, oteé el hueco de las escaleras. Nada vi aunque el golpeteo de unos tacones contra los peldaños indicaba que mi visitante se aproximaba. Con el alma en vilo comprendí que iba a conocer la identidad de aquella usurpadora.